domingo, 28 de agosto de 2011

Julio Gómez publica el libro “Cuidar siempre es posible”



“Cuidar siempre es posible”
Julio Gómez
Plataforma Editorial
Barcelona, 2011 (203 pags)




Julia Sáez-Angulo


“Cuando los médicos no curan, siempre se puede curar”, dice el libro en una especie de subtítulo en la portada, que añade a su vez en una franja: “Hay enfermos incurables, pero ninguno incuidable”. El libro del médico Julio Gómez Cañedo (Bilbao, 1969), “Cuidar siempre es posible”, es una serie de reflexiones humanas de gran sabiduría emocional y filosófica que ayudan a entender el humanitario asunto de cuidar a los enfermos.

El autor trabaja en el equipo de cuidados paliativos domiciliarios del Hospital San Juan de Dios de Santurtzi (Vizcaya) y coordina el equipo de Atención Psicosocial de este hospital y es miembro del Comité de Ética de la Provincia de Castilla de la Orden de San Juan de Dios (CECAS).

El libro se abre con una cita sagaz de Teilhard de Chardin: “No somos seres humanos en un viae espiritual. Somos seres espirituales en un viaje humano”. El cuerpo, el hermoso y respetable cuerpo que acoge al alma, merece un gran respeto hasta el final de sus días y el dolor de la enfermedad merece una sabia atención porque afecta al espíritu, en esa sabia y sagrada conjunción psicosomática que es el hombre.

Los capítulos del libro “Cuidar siempre es posible” abarcan distintos aspectos del tema, desde el duro día a día hasta el compromiso no abandonar, pasando por “decir adiós no es lo mismo que olvidar, ni siquiera se le parece” o el cultivo de la espiritualidad y el conocimiento del viaje.

“Cuidar siempre es posible” de Julio Gómez es un libro que ayuda a la comprensión del dolor, del amor y la entrega al otro, del conocimiento de la enfermedad y la resistencia de amor y respeto por el prójimo en una sociedad hedonista que ha llegado a llamar “muerte digna” a un abandono de la vida a su suerte sin cuidados ni nutrición alguna, como ha sucedió en Andalucía después de la nueva normativa en esta Comunidad.


El Obispo de Huelva, sobre la retirada de alimentación a una enferma en coma


A este respecto el Obispo de Huelva, José Vilaplana Blasco ha emitido el siguiente comunicado clarificador:

“Ante la noticia de la retirada, a petición de los familiares, de la sonda nasogástrica que alimenta e hidrata a Doña Ramona Estévez, enferma en coma como consecuencia de un infarto cerebral irreversible, ingresada en el Hospital Blanca Paloma de Huelva, me siento, como Pastor de la Diócesis, y en comunión con la Conferencia Episcopal Española y con la Asamblea de los Obispos del Sur, que se han pronunciado en varias ocasiones sobre el proceso de la muerte, en la obligación de iluminar las conciencias y de recordar el Magisterio de la Iglesia sobre el debido respeto a la dignidad y a la vida de todas las personas.

- Toda acción dirigida a interrumpir la alimentación o la hidratación constituye un acto de eutanasia, en el que la muerte se produce no por la enfermedad, sino por la sed y el hambre provocada.

- Hay que estar siempre de parte de la vida humana, cualquiera que sea su desarrollo o su situación existencial. Debemos estar a favor de los últimos, de los débiles, de los incapacitados, para hacer valer sus derechos y, sobre todo, el derecho a la vida”.
Al constatar que algunos presentan el caso como un acto de humanidad y de liberación, quiero recordar que el único deber que tiene la sociedad, en relación a la enferma, es ayudarla a vivir. La vida no es algo de usar y tirar. La dignidad de la vida humana no puede venir ligada al estado de conciencia o de inconciencia del enfermo.

- No es deber de un médico suspender la alimentación y la hidratación a una persona que se encuentra en un coma vegetativo, enfermedad crónica que no será la causa de la muerte. Ante esto, es necesario reconocer el derecho a la objeción de conciencia de los profesionales sanitarios.

- Acompañamos en silencio y con la oración los últimos días de Doña Ramona Estévez.

Con gran humildad, pido al Señor de corazón por los familiares y las personas que la rodean, para que puedan descubrir en ella la fuerza misteriosa de la vida, perceptible también en un cuerpo anciano, en coma y débil, y puedan así repensar sus decisiones, pues la muerte buscada o inducida, como tantas veces ha repetido Benedicto XVI, no es la respuesta al drama del sufrimiento”. (Huelva, 26 de agosto de 2011).





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