jueves, 20 de septiembre de 2012




Horacio González, director de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, habla sobre la “Encrucijada Cultural Argentina” en Madrid



Julia Sáez-Angulo

         Horacio González (Buenos Aires, 1944), director de la Biblioteca Nacional de Argentina ha pronunciado una conferencia sobre “La Encrucijada cultural argentina”. El acto tuvo lugar en la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) y el conferenciante fue presentado por Jorge Alemán, consejero cultural de la Embajada de la República Argentina en España.

         Docente y ensayista, Horacio Luis González es doctor en Ciencias Sociales y digno sucesor de Jorge Luis Borges, al frente de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires. Desde 1968 ejerce la docencia en diversas universidades e instituciones de posgrado. Entre sus libros publicados figuran “El arte de viajar en taxi”, “Aguafuertes pasajeras” (2009), El acorazado Potemkin en los mares argentinos (2010), “Kirchnerismo, una controversia cultural (2011) o “Lengua del ultraje. De la generación del 37 a David Viñas (2012).

         Jorge Alemán dijo en la presentación que Horacio González es autor de la “escritura que indaga, de los problemas del lenguaje allí donde muestra sus límites, que es en las anomalías del propio lenguaje”. Es un escritor que sabe de “la conspiración, el sinsentido, la locura y la retórica de la política”. Aunque conoce el carácter fallido de las instituciones políticas, Horacio González “no renuncia al compromiso”.

         En la prolongada conferencia, el primer bibliotecario argentino recordó que “el mundo se mueve al ser interpretado. Eso es pensar”. Analizó el origen, la historia y las controversias del himno nacional argentino, un “cantico de sacralidad laica”, si bien “todo símbolo invita a una profanación”. También habló de la polémica historiográfica sobre la base documental o de tradición oral según las visiones de Sicre o de Vicente Fidel López.

         Se detuvo en la idea del héroe y el traidor, como figuras de anverso y reverso en una trayectoria humana. Citó en varias ocasiones los cuentos de Borges en los que se habla de civilización y barbarie y el paso de un bárbaro a la civilización, solo por ver los mármoles de Rávena. También señaló la preferencia de Borges por “Facundo” en de ve por Martín Fierro y la importancia que tenía en un país la elección de uno y otro prototipo en su literatura.

“Qué somos cuando argentinos nos llamamos”

         Comentó la pregunta de Sarmiento: “Qué somos cuando argentinos nos llamamos” y habló de la locura en hombres y multitudes, recordando a Ramón Mejía. La historia la hacen con frecuencia los neuróticos con monomanías. Comentó la locura popular, la simulación, la impostura en las sociedades, especialmente referencias a la Argentina, con ejemplos históricos.

         Dijo que “Argentina estaba hecha con muchos materiales y entre ellos el odio”. Subrayó que el enemigo principal es la indiferencia y el silencio ante algo que no se nombra para no hacerlo existir. “No dar nombre para no constituirlo”.

         Finalmente terminó con el debate del kirchenirsmo dentro del peronismo y viceversa. Lamentó los lenguajes y la lengua que no se cuida y puede producir injurias, un enorme caudal en la cultura argentina.
        
         El largo coloquio fue muy animado.


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