jueves, 14 de mayo de 2015

Sofia Reina expone su Tauromaquia en la Casa de Castilla La Mancha






Julia Sáez-Angulo

“A las cinco de la tarde” es el título de la serie de grabados que constituyen la Tauromaquia singular de la pintora Sofía Reina, expuestas en la Casa Castilla  -La Mancha. La muestra, que permanecerá abierta hasta el 30 de mayo próximo, fue presentada por José Fernández Sánchez Ruiz, sociólogo y crítico de arte.

“La Casa de CLM de Madrid presenta esta Tauromaquia en la temporada de San Isidro 2015, una oportunidad para verla en el mejor momento taurino de Madrid”, dijo Sánchez Ruiz. “Una oportunidad para retomar el pulso del trabajo de Sofía Reina, una oportunidad para agradecerle su disposición y felicitarla por su dilatada y profunda trayectoria. Y una oportunidad de adquirir algunos de sus grabados. Los artistas también necesitan vender sus pinturas”.

         El crítico de arte hizo una amplia semblante de Sofía Reina Rodríguez (Almadén. Ciudad Real, 1952): “La mayor de cinco hermanos y de familia minera, hoy es artista, creadora e Hija redilecta,  de su pueblo. Con 19 años, se traslada a Asturias, iniciando sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Avilés. Después en Madrid, asiste a los Talleres de Arte Actual del Círculo de Bellas Artes, y otros puntos de encuentro artístico madrileño, donde con grandes maestros se prepara en grabado, litografía y otras técnicas de estampación.

Su interés en la pintura le lleva desde adolescente a tener presencia en el ambiente pictórico asturiano, con sus primeras exposiciones en Avilés. Incluso en aquellos años el comité de redacción de la “Gran Enciclopedia Asturiana”, la incluyó en  la obra.
Después han llegado hasta el momento más de 200 exposiciones, reconocimientos, premios, nombramientos y recompensas de su dedicación a la creación artística Muy significativa fue para su época la que realizo en el Patio de la Cultura, Grupo Tabacalera Madrid inaugurada por S. M. la Reina.

Su obra se encuentra en muchos museos y colecciones privadas de España, Francia, Suiza, Méjico, Reino Unido y Estados Unidos de Norteamérica.

Su trabajo se caracteriza siempre por dos constantes básicas, la presencia de la figura humana y el sentido espiritual que a veces se manifiesta más en lo social y a veces en lo íntimo. Sofía pinta para que otros encuentren en su pintura algo que les haga entender el mundo. Pero también pinta y con mucha intención para los que no pueden entender el mundo porque los tiene abandonados y no solo pinta, sino que pone su obra a disposición de estos, como en los casos de desastres naturales o la ayuda a la infancia de la mano de organizaciones de cooperación.

Si su trabajo, como muestra de su personalidad podemos acercarlo a ese sentido, su obra desde un punta vista mas artístico también podemos acercarla a cuestiones comunes.

La composición de sus piezas dentro de un sentido académico y clásico se mueve entre el modelo del trabajo en diagonal y el modelo del trabajo piramidal, sometiendo en ambos casos los elementos representados a un código de lectura ágil para el ojo humano, que le permite leer las imágenes y su sentido con agilidad. Procurando facilitar el encuentro del espectador con la obra.

Otra característica habitual en su obra es el uso del color, como cuatro reglas básicas para mover la emoción del espectador. En el caso que nos ocupa los grabados con solo tres tintas, negro rojo y amarillo.

Sus bodegones, sus interiores, sus paisajes o sus mujeres a veces resultan tan cercanos a ella que le cuesta trabajo desprenderse de dibujos oleos o grabados. Pero todo su trabajo como he dicho tiene un tinte social y en el caso de esta tarde, la tauromaquia de Sofía esta cargada de lirismo y humanismo en todas las representaciones.

La tauromaquia es en la vida de algunos pintores una asignatura obligada pero en otros se produce de forma natural por el acercamiento al medio del pintor. En el caso de Sofía, en su cercanía a las ganaderías manchegas que ya llenaban los cosos madrileños en el siglo XVII y en su singularidad, vivida junto a la plaza hexagonal de Almadén, hoy monumento nacional. Digna de cualquier visita igual que aquellas tierras con sus minas…… quizás la más antigua de mediados de XVIII

Entre los grandes pintores de la tauromaquia, al margen de la antigüedad tenemos que buscarlos entre los ilustradores y miniaturistas medievales, en los monasterios y en las cantigas. Hasta muy finales del XVIII y principios del XIX no encontramos el tema taurino en la pintura oficial, solo algún pintor secundario se atrevía pintando los animales en el campo. La primera tauromaquia de suertes es de primeros del XIX con las estampas de Pepe Hillo.

Tenemos por tanto que esperar al trabajo documental, casi de reportero, de Goya para ver seréis mas completas hacia 1816 con una colección de 33 estampas y luego la completa y póstuma de 1855. Una obra inigualable que es el precedente de toda tauromaquia posterior.
Tan importante fue el mundo de los toros en la segunda mitad del siglo XIX que todas las poblaciones emergentes quisieron tener su propia plaza.

El arte de la segunda mitad del XIX se lleno de costumbrismo y el mundo taurino en un sentido amplísimo ocupo el lugar que hasta entonces no había tenido. Los románticos poetas y dibujantes como Bécquer y Espronceda o pintores como Villamil, Alenza, Lucas Velásquez,  Fortuna o Lizcano entre muchos otros pusieron en el mundo taurino mucho esfuerzo y entusiasmo.
Pero las aportaciones después de Goya consisten en la precisión en el tratamiento del mundo del toro y la incorporación de la arquitectura taurina, de la ganadería…..

Las propuestas taurinas crecieron socialmente en círculos, casinos, tertulias, publicaciones y un centenar de revistas especializadas. Entre esta ultima es de destacar la aparición de “La Lidia” con una tirada de 20.000 ejemplares y sus páginas centrales con cromolitografías taurinas de suertes, escenas anécdotas o personajes, fue ilustrada por los hermanos Perea, bien era Daniel el director artístico, y recogió estampas de la flor y nata pictórica de las dos décadas, Lizcano, Chaves Jiménez…

En estos años los toros tienen un gran protagonismo, las exposiciones nacionales de bellas artes premiaron cuadros de toros y las mismas pinturas nos representaban en las exposiciones Universales. Botón de muestra de este esplendor es la taberna manchega y torera de Antonio Sánchez, cunas de toreros, tertulia y pintura. Aun abierta en la calle Mesón de Paredes.

Entre siglos artísticos; Roberto Domingo da a la pintura taurina un sentido personal, populariza la vida del animal en el campo y el hecho taurino entre los españoles. No hubo casa en sus tiempos y mucho después sin un calendario taurino con sus obras.

El tercer ingrediente de la tauromaquia de Sofía Reina es el trabajo de Picasso. Siendo el primero Goya y el segundo la iconografía del último tercio del XIX.

Picasso es artista enamorado de la vida, y la vida cotidiana y las costumbres y el mundo del toro que vive desde niño; marca transversalmente su obra. Utilizando el rito taurino de la suerte de varas, toro y el caballo, en el Guernika simboliza el negro enfrentamiento de dos mundos.
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Ahora admiramos la tauromaquia de Sofía Reina y en ella vemos ante todo la obra de la autora, si bien es verdad que en sus imágenes tienen trazas, de estos grandes hitos. Vemos también en ella, la mano y el corazón de Sofía, que en sus trabajos plásticos anteriores son bien patentes.

Con retazos de esta docena larga de estampas taurinas, podemos componer una historia de la tauromaquia pictórica española. Una aventura de tres colores que nos enseña el mundo del toro del torero, sus suertes y su público. Pero nos lo enseña simplemente, sino que nos lo muestra por dentro y lleno de intenciones.

El trabajo de Sofía con ilusión y con mucho esfuerzo, resulta ahora muy adecuado al momento plástico, es una práctica estética de este tiempo, como ha sido siempre sus pinturas que hemos visto tantos años en la galería madrileña de Rafael García, tan vinculada a los movimientos solidarios y de cooperación.

Pero la obra de Sofía tiene igualmente un compromiso ético de profundidad, con la pintura, en el respeto a la historia de la pintura y su trayectoria como artista, en el respeto al motivo de la pintura presentando en esta ocasión animales toreros y espectadores en sus verdaderas actitudes, destacando la belleza y nobleza del animal y descubriendo la alegría y la diversión en el publico.

Pero igualmente su obra es ética con los espectadores, no enmascara en ella ni el sistema técnico, con sus dificultades, ni sus intenciones de aportar una intención de la artista en la obra, el espectador observa contundente una escena de la tauromaquia acompañada de una actitud y una opinión de la artista. 

Esta intención de Sofía Reina que se advierte con muchas ganas de llegar a los espectadores, mide la responsabilidad del artista a la hora de querer contar de querer comunicar y no de caer en la casualidad y el azar. Toda acción de Sofía esta respaldada en el pensamiento y la necesidad de actuar.

En este sentido también nos encontramos con el trabajo de una artista inspirada tanto en lo artístico, como en su necesidad de intervenir con su obra, frente a los espectadores".



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