domingo, 13 de noviembre de 2016

Juan Navarro Baldeweg expone "Dos por dos" en la galería Marlborough





L.M.A.

            La Galería Marlborough se complace en presentar una nueva exposición con obra pictórica reciente de Juan Navarro Baldeweg (Santander, 1939).

            “Dos por dos” reúne más de una veintena de pinturas en formato cuadrado (la mayoría de 200 x 200 cm; también en 150 x 150 cm) y un par de piezas en formato mayor de 200 x 250 cm.

            Como explica el propio artista en el texto introductorio del catálogo: “esta exposición presenta unas pinturas en un mismo formato cuadrado, dos por dos metros, y con similares procesos empleados en su realización.

            Sobre una sencilla base común, sin embargo, la apariencia de cada una de ellas difiere y eso es algo que he perseguido con deliberación. El interés por la creación de una serie de obras heterogéneas, dentro, sin embargo, de una horma constitutiva compartida, me ha hecho volver a un programa productivo parecido al que desarrollé hace ya muchos años. Me refiero, por ejemplo, a la serie de cuatro cuadros realizados a principios de los años sesenta que evidencian el propósito de ser dispares y, a la vez, de complementarse como conjunto. Esos cuadros, como los que ahora presento en la galería Marlborough de Madrid, tienen una estructura laminar o de estratos que acusan los pasos diversos y sucesivos de su ejecución”.

        Desde los cuadros abstractos de la década de los sesenta, a las series temáticas de los ochenta, o sus inconfundibles dragones chinos o los paisajes que realiza en los últimos años, la pintura de Navarro Baldeweg refleja esa constancia investigadora con referencias claras a la historia del arte y, sobre todo, a la cultura, entendida como una fuente de inspiración.



Como el propio Navarro Baldeweg explica: “las obras de esta exposición están conformadas por una combinación de procesos azarosos y deliberados. Lo azaroso, lo incontrolado, tiene un valor figurativo extremo: pocas cosas tan ostentosamente concretas, únicas, como las manchas provocadas por los vuelcos directos de la pintura sobre el lienzo. Junto a lo azaroso está lo deliberado de unos esquemas abstractos que se repiten en la serie y que, en general, fijan un margen más estrecho de libertad en su posible combinatoria. Cada capa de pintura tiene una génesis formal propia y esas capas se presentan superpuestas en puridad, sin mezclarse.

La imagen final es, sobre todo, acumulativa: un nivel cubre a otro anterior y, como si se tratara de una formación geológica, se visualiza una variedad de estratos y también el orden temporal en el que se realizaron los depósitos. Lo que se exhibe son las huellas de unas acciones en el interior del cuadro y también en torno a él. Son apreciables los sedimentos y el ritual de su realización: un antes y un después. Sucede algo similar a las formaciones pétreas, en las que se acusan vetas y señales indicativas de procesos de compactación o solidificación.

            En todo esto se han originado flujos y resistencias, movimientos ligeros u otros insistentes que dan pie a percepciones singulares o combinadas: una dinámica de acciones y flujos que llegan a sentirse como un baile de vitalidad abstracta y que pueden estimular, por ejemplo, efectos sinestésicos que traducen lo visual en una secuencia de impactos y éstos en sonidos virtuales de fluidos en variable animación y consistencia: borboteos, discurrir caudaloso, goteos, percusión reiterada como un doblar de campana o con la viveza de un cascabel y roces como susurros o chirridos”.

            Y continúa: “En las obras que ahora se exponen, los vertidos de pintura suponen también una actividad externa indicativa de las posiciones del cuadro en el espacio del estudio durante el proceso de su realización. Al contar las imágenes obtenidas con los efectos de la gravedad, se puede deducir lo que fue arrojado desde lo alto, como lluvia de pintura sobre el lienzo en el suelo, o también los sucesivos volteos del cuadro que, al alterar lo que es arriba y abajo, quedan registrados en las huellas de los caminos de los hilos y cintas de la pintura al deslizarse por el lienzo así como el orden de las superposiciones.

            Esto supone unas manipulaciones del objeto-cuadro y un correlativo programa de situaciones del pintor en su trabajo ante el lienzo. Una geometría virtual circunda el cuadro.

GALERÍA MARLBOROUGH Orfila, 5 28010 Madrid t. (+34) 91.319.1414 / f. (+34) 91.308.43.45 www.galeriamarlborough.com


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