lunes, 10 de abril de 2017

Bar El Club en la plaza Mayor de Villacastín, especializado en raciones y tapas




 Sotero del Río y Carmen García Garzón


Jesús, Cristina, Carmen y Sotero



Carmen Valero

            Segovia, 10.04.17 .- Es la tercera generación hostelera en el Bar El Club de Villacastín. Segovia. Hoy es Jesús del Río García Garzón quien se ocupa de él ayudado por  sus hijos, que a la vez llevan a cabo los estudios. Saben que el bar se llama así por el Club Deportivo de fútbol en el que estaba su tío Victorio García Garzón. Su buena reputación se debe a las gustosas tapas y sabrosas raciones, como las gambas a la gabardina, “que vienen a degustarlas desde Ávila”, explican con orgullo Carmen García Garzón, que ha trabajado en el bar hasta su jubilación.

            Bar El Club está en un lugar privilegiado, el corazón de Villacastín, pueblo abulense que cuenta con la gran iglesia de San Sebastián, casi una basílica, del discípulo dilecto de Juan de Herrera, el arquitecto de El Escorial. Situada frente a la casa de los Riaza, una casa solariega, con escudo exterior y oratorio interior en la que veraneó largo tiempo la familia Valero Espinosa, a la que se conocía como la del notario.

            En el Bar el Club, adquirido por la familia García Garzón en 1937 –“el segundo año de la guerra civil”- hay una buena oferta de raciones que van desde las patatas revolconas con o sin torreznos, típicas de Ávila hasta la deliciosa oreja de cerdo a la plancha, pasando por la excelente ensaladilla rusa o el salmorejo bien aliñado de elementos flotantes. No faltan las empanadillas y los pimientos rellenos de carne. Queso manchego y buenos embutidos también coronan los distintos montaditos. Las cortezas de trigo inflado como acompañamiento son espléndidas y ligeras sustitutas del pan, para aquellos que se quieren privar del buen pan de leña.

            Sotero del Río asiente a Carmen García Garzón, su esposa en todo lo que ella elogia del Bar El Club. Él se dedicó al negocio del transporte del granito, piedra que proporciona pingues beneficios a Villacastín. “Las caballerizas del palacio de La Zarzuela llevan granito de esta ciudad, al igual que el monumento a Dalí en la gran plaza dura de Madrid”, explica Severo.

            Villacastín tiene mucha historia, entre ella el célebre convento de las Monjas Clarisas, para las que la familia de Carmen García Garzón trabajó como mandaderos. “Yo aprendí a fabricar churros, como lo hizo mi padre y acabé con tanto encargos de churros, que llegué a fabricar cuatro kilos de harina cada día”.

            La panadería La Tabanera –conocida tahona y pastelería-, por su parte, ofrece la rica miel de roble, romero o espliego, denominada ”La Infanta”, en honor a una Infanta de España que suele visitar las finca de los alrededores de Villacastín.

            En suma, vale la pena visitar Villacastín por su historia, morfología y su buen yantar .

           
Cuqui Valero acompaña a la famia del Rio García Garzón




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1 comentario:

Anónimo dijo...

Estupendo post sobre este bar clásico y la querida familia que le da vida.

Solo corregir, Villacastín es un pueblo segoviano.