lunes, 23 de octubre de 2017

El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte celebra el Día de la Biblioteca

Mañana 24 de octubre


·    En todas las bibliotecas públicas tendrán lugar actividades especiales con motivo de este Día, que se celebra desde 1997 en colaboración con la Asociación de Amigos de la Literatura Infantil y Juvenil

·    España cuenta con 4.606 bibliotecas públicas, presentes en 5.019 municipios, que prestan servicio al 97% de la población española. De ellas, 53 son  Bibliotecas Públicas del Estado y 77 bibliobuses



L.M.A.

23-octubre-2017.- Mañana, 24 de octubre, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte conmemorará el Día de la Biblioteca con actividades especiales en todas las bibliotecas públicas. Este Día se celebra desde 1997 y se lleva a cabo en colaboración con la Asociación de Amigos de la Literatura Infantil y Juvenil.

Con motivo de la festividad, el Director General de Bellas Artes y Patrimonio Cultural del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Luis Lafuente, intervendrá junto a la Directora General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid, Paloma Sobrini, en un acto institucional que tendrá lugar en la Biblioteca Pública del Estado en Madrid “Manuel Alvar” donde está programada la realización de un taller de títeres “El abuelo Teo” a cargo de Tropos, al que asistirán 60 niños. Tras finalizar el acto está previsto realizar un recorrido por la Biblioteca.

Este Día de la Biblioteca  tiene como ilustrador del cartel a Manuel Marsol, Premio Internacional de ilustración Feria Internacional de Bolonia – Fundación SM 2017 y como autor del pregón a Alejandro Palomas, Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2016. Ambos estarán presentes en el acto de la Asociación de Amigos de la Literatura Infantil y Juvenil que acogerá la Biblioteca Municipal de Talavera de la Reina.

Impulso y fomento institucional de la actividad bibliotecariA

En España hay 8.491 bibliotecas públicas y privadas (sin incluir las bibliotecas               escolares cuyos datos se recogen a través de la Secretaría de Estado de Educación).  De ellas,  4.606 son bibliotecas públicas, presentes en 5.019 municipios, que prestan servicio al 97% de la población española;   53 son  Bibliotecas Públicas del Estado y 77 bibliobuses, según los últimos datos publicados.

Desde el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte se invierte en la puesta en marcha y mantenimiento de servicios bibliotecarios cooperativos en colaboración con las Comunidades Autónomas entre los que se pueden destacar el Catálogo Colectivo de Bibliotecas Públicas, que se presentó el pasado marzo y que reúne los registros bibliográficos de las 3.187 bibliotecas públicas españolas y algunas especializadas que forman parte de las 17 redes de bibliotecas de las Comunidades Autónomas y de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.

A través de él se pueden consultar más de 7 millones de registros bibliográficos que incluyen desde las últimas novedades editoriales, películas, discos, documentos electrónicos hasta manuscritos, incunables y obras del patrimonio bibliográfico.

Es igualmente destacable el servicio de préstamo digital eBiblio, para el que en 2017 desde el MECD se han invertido casi 779.000 euros para la plataforma y para adquisición de licencias de libros electrónicos.


COMO MARY POPPINS, PERO SIN VOLAR

Soy sobrino de bibliotecaria. Desde que tengo memoria, mi tía, que acaba de cumplir ochenta años, me ha regalado un libro el día de mi cumpleaños. Primero fue la serie de Óscar, con su Kina y su láser, de la gran Carmen Kurtz; llegaron después las aventuras de Los cinco, algunos clásicos ilustrados, la gran Nada de Carmen Laforet… la lista es larga y el disfrute ha sido mágico, porque mi tía entiende la lectura como algo que cura, que aleja al inocente de lo que agrede y yo –y ella lo sabe- siempre he sido demasiado vulnerable a lo que daña, sea o no imaginado, sea o no real.

Mi tía se llama Nuria y desde niña sufre mucho de la vista. Aun así, trabajó durante décadas fomentando el amor por la lectura en hombres y mujeres, chicos y chicas a los que no conocía, pero cuya mirada no tardó en aprender a leer, a identificar y a descifrar. Ella decía –y a veces dice todavía- que “repartía refugio”, y se emociona al recordarlo. La he oído también confesar, en algunos momentos de nuestra historia común que no fueron fáciles y que vivimos juntos: “decidí ser bibliotecaria porque así me aseguraba de que, por muy mal que nos fueran las cosas, aunque faltara el agua caliente o la calefacción, siempre tendríamos un libro en casa”. Ahora, quince años después de su jubilación, soy yo quien le recomienda lecturas. Leemos un libro a la vez y nos juntamos cada quince días a comer y a comentar lo leído, en lo que hemos bautizado como “El club de las 2”, porque intentamos en lo posible que coincida con el día 2 de cada mes a las 2 y porque somos dos almas lectoras que no tienen freno. Durante estos años de club, ella me ha contado cosas, muchas cosas de su vida en la biblioteca, y, desde que la oigo hablar como lo hace sobre su amor por esa vocación que no decrece a pesar del tiempo, no puedo dejar de maravillarme y de preguntarme cómo definiría yo a una bibliotecaria –o a un bibliotecario- llegado el caso.

Hasta hace unos meses no di con la respuesta.

Fue a raíz de la publicación de Un hijo, durante una charla en un centro de enseñanza de una capital andaluza. Y fue precisamente gracias a un niño de diez años que, junto con otros 100, había leído la novela y quería conocer a su autor. Por motivos de espacio, el acto tuvo lugar en la biblioteca del centro, con un par de profesoras y la encargada de la biblioteca. La charla fue muy intensa, mucho más de lo que yo esperaba, y se alargó. Cuando por fin llegamos al final del turno de preguntas, un niño que estaba sentado en la primera fila levantó la mano.

-A mí lo que más me ha gustado del libro es María –dijo, refiriéndose a la orientadora del centro que es, junto con el pequeño Guille, la protagonista del libro.

Quise saber por qué. El niño, llamado Ismael, se rió un poco y luego, mirando a una de las tres mujeres que estaban junto a la puerta, dijo:

-Porque es igual que la seño Lourdes. -Una de las tres mujeres que estaban junto a la puerta se encogió un poco y negó con la cabeza, incapaz de reprimir una sonrisa. Ismael no había terminado-. Vive en la biblioteca porque si no los libros a lo mejor se van. O se mueren.

Se hizo el silencio en la biblioteca. Nadie se rió. Nadie dijo nada. Fueron segundos llenos de respiraciones contenidas, de tensión y de infancia.

-Es que es bibliotecaria –volvió a hablar Ismael. Y al ver que yo lo miraba sin saber qué decir, debió de entender que necesitaba explicarse mejor, y añadió-: O sea, como Mary Poppins, pero sin alas.

Hoy es un día especial. Celebramos el Día de las Bibliotecas y celebramos también que cientos, miles de Mary Poppins sin alas velan por los libros que las habitan para que no se mueran ni se vayan e Ismael siga creyendo que la vida está en los libros y su reflejo fuera. Hoy es el día en que, un año más, la magia se renueva y todas las bibliotecarias y bibliotecarios del mundo se saludan con una mirada cómplice y un largo, hermoso y tierno:

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“Supercalifragilísticoespialidoso”


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